Este fin de semana he hecho uno de los viajes más bonitos de mi vida: 300 kilómetros para reunirme con mi familia de León y celebrar el cumpleaños de mi abuela.
¿Que cuántos cumplió?
¡¡Nada menos!!
El viernes por la noche, después de que mi abuela se fuera a la cama, familia y amigos se encargaron de la decoración para la fiesta...
El sábado por la tarde, cuando yo llegué, encontré la casa decorada y la mesa llena de cosas ricas.
Una vez terminada la merienda, vinieron los dulces: rosquillas y leche frita de mi tía Martina, hojaldres y pasteles...
... y una riquísima y preciosa tarta que hizo mi prima Susana.
Por la casa iba de mano en mano un cuaderno de firmas que yo llevé, donde, todo el que quiso, dejó escritas unas palabras bonitas para mi abuela.
¿No son palabras bonitas?
La fiesta tuvo sorpresa para mi abuela y también para mi tía Úrsula, que vive con ella. Ellas no sabían que, sobre las siete de la tarde, un grupo de jotas, La Barbacana, vendría a bailar a la puerta de casa.
Desde aquí les doy las gracias por acompañarnos y animarnos con su música, sus bailes y su alegría.
Mi abuela daba palmas y decía: "Gracias, gracias..."
El domingo, en la La Crónica de León, aparecía mi abuela, guapa y sonriente...
Todo esto y mucho más ha sido mi fin de semana.
Un beso muy fuerte, abuelita.