Algunos objetos que tengo en mi casa han estado conmigo desde que era pequeña.
Todos me traen buenos recuerdos, y quiero compartir con vosotros la historia de algunos de ellos.
Peine sirena:
Mi tía nos regaló unos peines de sirena a mi hermana y a mí durante unas vacaciones de verano en Oropesa del Mar. El de mi hermana era naranja y el mío azul, mi color favorito por entonces.
Hace unos meses vi en una revista un peine igual, de color rojo, en una sección de objetos de almoneda. Su precio rondaba los 25 euros. Se ha revalorizado por lo que se ve, pero... ¡el mío no lo vendo ni por todo el oro del mundo!
Monito:
También mi hermana tiene uno igual.
Si le aprietas ambos lados del culete, abre los brazos y se agarra a cualquier sitio como una pinza.
Nos los compró mi madre en una tienda de frutos secos del barrio. Desde entonces, aquella tienda perdió su nombre propio y pasó a llamarse "donde los monitos".
Osito:
Otro regalo de mi tía. Un osito que se chupa el dedo.
Está relleno de unas bolitas grises. Con el tiempo fue perdiendo gran parte de esas bolitas y se quedó muy flacucho y blando. Hace poco lo rellené con guata y zurcí algunas partes que estaban rotas o pasadas.
No sé si será por su carita triste, pero dan muchas ganas de cogerlo y abrazarlo.
Juego de desayuno:
Este plato forma parte de un juego de tazas de desayuno y cafetera que me regalaron mis abuelos paternos cuando hice la primera comunión.
Siempre ha estado en casa de mis padres; hasta hace unos años que, buscando tesoros ocultos en los armarios del salón, lo encontré y lo traje a mi casa.
Mi teoría sobre este regalo es la siguiente: en su momento debió de gustarme bastante, porque Heidi era uno de mis personajes favoritos. Más tarde, se pasaría de moda y, de repente, empezaríamos a verlo infantil y anticuado.
Pero pasa que, al cabo de muchos años, llega un momento en que recuerdas tu infancia con cariño, con mucho cariño. Y te encantaría recuperar aquella época. Y crees que puedes hacerlo a través de los objetos que te pertenecieron entonces...