He estrenado mi máquina. Tenía muchas ganas de hacer estuches y monederos con ella.
Empecé la semana pasada con los dos primeros que os enseño; eran para un encargo, un regalo de cumpleaños para una niña de seis años. Por eso elegí una tela de florecitas de colores suaves para uno, y una con animalitos para el otro.
No os voy a decir que fue coser y cantar, porque no es verdad. Me peleé con la máquina un buen rato, y a punto estuve de tirar la toalla y dejarlo para otro día... Pero finalmente decidí seguir y, ¡por fin!, lo conseguí...
El tercer estuche lo hice hace dos días. Me fue mucho mejor con la máquina, ya no tuve que pelearme con ella. Acostumbrada a tardar horas en coser a mano un estuche como éstos, me quedo maravillada de que en varios minutos ya esté terminado. Luego queda rematarlo a mano, claro, y ponerle algún detalle que lo haga más bonito, como los botones, los cascabeles, las cintas...
Me gusta mucho el momento de darle la vuelta al estuche cuando ya está totalmente cosido. Cuando estoy cortando las telas y preparándolas para coserlas, puedo hacerme una idea de cómo va a quedar pero, cuando ya lo he cosido y lo vuelvo del derecho, ya puedo ver el resultado ¡y me encanta!.